martes, 4 de mayo de 2010

10 - Invasores (L) (Y) (MPC)

Sonata de Luz de Luna

Pieza Décima: Invasores.


(L) Este capítulo tiene advertencia de Limones.







Harry corrió, hacia donde creía haber visto a Malfoy desaparecer, con toda la fuerza que sus cansadas piernas le podían otorgar. En algún rincón oscuro de su mente creía oír a Madame Pomfrey diciendo que debería estar guardando reposo y no corriendo tras rubios arrogantes, pero su mente se negaba a escuchar por completo. Necesitaba encontrar al rubio y por la manera en que se hacía imposible de encontrar cualquiera podría decir que éste había estado corriendo.

Lo encontró ya en las mazmorras, cercano al salón del profesor Snape. No iba corriendo, pero sus pasos eran rápidos. Siguió su carrera hasta que estuvo cerca de él y le tomó la mano. No permitiría que se le escapara.

-Draco, espera por favor-pidió Harry, una vez su mano hubo agarrado la muñeca de su compañero.

-¿Qué quieres, Potter?-preguntó éste, tan fríamente como pudo.

-Necesito hablar contigo, ¿crees que puedes darme unos minutos?-dijo Harry, con una intensidad en los ojos que prefirió que hablara por él. No podía realmente explicar qué era tan necesario conversar, no en la mitad del pasillo, pero necesitaba que el rubio supiera la urgencia de lo que quería explicarle.

-Está bien, Potter. Habla entonces.

-No aquí, sígueme-dijo Harry, tomando su mano y buscando el pasadizo más cercano. Se trataba de un cuadro en el que un grupo de magos jugaba a las cartas. Tras él el camino se convertía en escaleras hasta el momento en que llegaron a la torre de Astronomía.

-¿No podías encontrar un lugar más lejano para tener la conversación, Potter?-preguntó Malfoy sarcástico y casi sin aliento-. Quizás la próxima vez podríamos ir a Las Tres Escobas o el Caldero Chorreante.

-Siempre pensé que te gustarían lugares con más clase, pero si estás bien con eso yo no soy nadie para reclamar-dijo Harry con una sonrisa. Sin pensarlo más lanzó un hechizo silenciador a la habitación y cerró la puerta.

-¿Qué es lo que querías decirme, Potter?-preguntó el rubio, soltándose de la mano que Harry no había notado que aún seguía asiendo la del otro. Mirando alrededor se sentó en el marco de una ventana, mirando como el sol hacía su camino para esconderse.

-No sé muy bien cómo empezar esto…

-Sólo suéltalo, Potter. Nos ahorrarás tiempo siendo franco-dijo Draco.

-Supongo… Ya sabes que te creo que estás de nuestro lado, ¿cierto?-empezó Harry, Draco sólo asintió aunque el chico pudo ver que el color había subido a las mejillas del Slytherin. Tomó un poco de aire y lanzó lo que le estaba comiendo el alma-. Remus me contó que Voldemort tiene un espía en el castillo. Sin duda está aquí para lo típico, ver qué sucede y encontrar vulnerabilidades. Me preocupa tu situación. No es una forma de discriminar a los de tu casa ni nada de eso, pero sin duda el mejor lugar para saber si eres o no un traidor, es en tu propio dormitorio. Yo que tú trataría de pasar el menor tiempo posible ahí y mantenerte siempre en presencia de alguien que puedas relacionar con Dumbledore.

-¿Tú eres estúpido?-exclamó Draco de pronto, poniéndose de pie frente a Harry en un par de segundos-. Si me muestro siempre con Dumbledore y si siempre estoy junto a alguien de la Orden obviamente el espía va a creer que me uní a ustedes y va a tener mucho que reportar.

-Es verdad que tendrá mucho que reportar, pero tú no eres un espía ni un doble agente. No es que dude realmente de tus capacidades actorales, pero me sentiría mucho más seguro sabiendo que si va a pasarte algo pudiésemos estar al tanto de inmediato-dijo Harry, tratando de mantener la calma. Los consejos del libro de Remus parecían dictar que respirara de forma sosegada y cerrara los ojos, así que eso hizo.

-Estoy seguro que podría mantener a un espía a raya, prefiero eso a que Voldemort llegue a estar seguro de que lo estoy traicionando-dijo Draco. El moreno abrió los ojos sólo con la intención de ver la expresión en el rostro de su contraparte. El chico tenía la cabeza gacha, su mirada haciendo un agujero en el piso. Si bien sus hombros estaban cuadrados en una actitud desafiante, sus ojos mostraban un mundo completamente distinto de miedo y vergüenza.

-Malfoy… Draco-se corrigió Harry, usando dedos para levantar el rostro del chico hasta que sus ojos estuvieron al mismo nivel-. Creo que es hora que decidas definitivamente en qué lado del asunto estás.

-¿Y por qué tendría que elegir un lugar en esta guerra? ¿No hay, acaso, gente capaz de mantenerse neutral?-respondió éste, desafiante.

-Tú eres un Malfoy, no tienes el derecho que otras personas con menos renombre parecen tener de mantenerse neutrales. Sabes perfectamente que si decides abandonar el lado de Voldemort estás eligiendo la muerte-dijo Harry, dejando que su mano abandonara la barbilla del chico para instalarse en el área de cuello bajo su oído-. Por otro lado sabes que si eliges a Dumbledore yo haré lo imposible por protegerte, y lo que te digo ahora es va en ese sentido. Sólo puedo protegerte si sabemos qué es lo que está pasando. Si desapareces en un pasillo abandonado, nadie sabrá de ti hasta que quizás sea demasiado tarde. No quiero que termines así.

-¿Y por qué te importa tanto, Potter?-preguntó Draco, quien para todo el arrojo que estaba mostrando tenía un lindo color rosa en sus mejillas que cambiaba totalmente el efecto final.

-Porque el sólo hecho de ir contra Voldemort como tú has hecho es algo que merece mi respeto. No pretendo dejar que ese respeto termine desperdiciado por culpa de un imbécil con demasiado tiempo libre-respondió Harry, quien sin darse cuenta había empezado a usar su pulgar para acariciar las mejillas sonrojadas del chico frente a él.

-¿Tú respeto, Potter? ¿Tan rápido fue posible ganarme tu respeto?-preguntó el chico, entre provocador y avergonzado.

-Hombres mucho más viejos e importantes se han deshecho en palabras para excusar las acciones que hicieron por miedo a lo que Voldemort pudiera hacer con ellos. Tú fuiste lo suficientemente fuerte y valiente como para saber que no querías una vida de servidumbre y actuar con respecto a eso. Eso es más que suficiente para ganar mi respeto-respondió Harry, caminando y llevando al rubio con él hasta que llegaron a un muro del salón. Su mano seguía en el rostro del chico, pero se sentía tan cómodo con ella ahí que no tenía intención alguna de quitarla de ese lugar-, aunque si he de ser completamente sincero hay algo más que impulsa mis palabras-añadió con una sonrisa disimulada.

-Pues dime entonces, Potter. ¿Qué es lo que hace que me gane mejor trato que otros hombres más viejos e importantes?-dijo Draco, con algo en sus ojos que el moreno sólo pudo clasificar como desafío.

-La manera en me has ayudado silenciosamente desde que me mordieron, sin pedir nada a cambio-dijo el chico, con una mirada afectuosa-. Hasta ahora sólo unos pocos hubiesen hecho tanto, hubiesen estado tan pendientes y preocupados por mí como para saber cuándo y qué ayuda necesitaba. Eso merece mi protección, gratitud y afecto.

-Tu afecto, Potter-señaló Draco, con una risa carente de malicia-, es algo que habría soñado con tener cuando pequeño. Aunque asumo que habría sido por razones erradas.

-Pues ahora lo tienes por las razones correctas-dijo Harry, poniendo su mano libre sobre la cadera del chico frente a él.

-¿Es así como hubiésemos terminado de haber tomado mi mano en la entrada del colegio en primero, Potter?-preguntó el Slytherin, poniendo una de sus manos sobre la que se había apoyado en su pelvis.

-Probablemente no, pero podríamos si es que ahora aceptas la mía-respondió Harry con soltura y un poco de picardía.

-No creo que tu mano sea suficiente como para borrar la vergüenza que pasé en ese momento-dijo el rubio, mirando hacia un lado como si el recuerdo le fuera doloroso, aunque Harry podía darse cuenta que estaba bromeando. En qué momento había obtenido el poder de entender las emociones que cruzaban el rostro del chico era algo que no sabía, pero le parecía muy útil entonces.

-¿Y qué sugieres que te ofrezca como muestra de mi afecto ahora?-preguntó Harry, siguiéndole el juego.

-Tus labios-respondió Draco, quien se volvió a mirarlo al tiempo que hablaba. La intensidad de sus palabras se demostraba en la manera en que sus ojos entrecerrados no le miraban más que la boca y como su rostro se acercaba más y más al de Harry-. No alcancé a responderte la vez pasada cuál es la diferencia de besarte mientras estás despierto y quisiera una segunda opinión… si me lo permites.

Harry no necesitó contestar eso con palabras. Sólo terminó de cerrar lo que había de distancia entre ellos atrayendo la cadera del rubio hacia la propia con la mano que mantenía sobre ella, mientras que con la mano en su cuello atraía lentamente su rostro hasta que parecía que cada centímetro entre ellos era un siglo de tortura. Podían sentir el aliento del otro sobre sus labios, el calor de sus labios y el ardor de sus miradas pero ninguno se animaba a borrar esa distancia; disfrutaban cada minuto de esa tortura.

Por dentro Harry pensaba en las palabras de Remus y se daba cuenta que no le interesaban, él quería esto. Quizás no fuera la persona con la que se quedaría para siempre pero, en ese momento, no había nada más importante que sentir el sabor de Draco entre su lengua. No había nada más importante que sentir el calor de su piel bajo sus manos y sentir que el rubio estaba tan perdido en sus emociones como él parecía estarlo.

No lo dudó más y cerró su boca sobre los labios entrecerrados de aquel que durante tanto tiempo fue su enemigo. No podía esperar más para volver a sentir que estaban conectados por algo más que una historia de malos momentos y de odios, quería sentir que latían bajo un mismo control. Necesitaba sentirle perder el control. Necesitaba sentir sus manos, sus labios, su cuerpo, el deseo incontrolable de tener a Draco comandando y siendo comandado.

Fue casi con sorpresa que Harry reaccionó al sentir la lengua de Draco internándose en su boca, sin pedir permiso ni hacer un amago de advertencia sobre lo que venía. El rubio no había esperado una señal para saber que el contacto era muy poco para su gusto y requería una compenetración mayor. Y Harry no era quién para negarle el acceso. Que Draco hiciera lo que quisiera, él acataría y haría lo posible para que la sensación fuera igual de buena para ambos lados.

Sintió las manos del rubio meterse entre sus cabellos, jugueteando y tirando suavemente mientras despegaba sus labios de los de Harry para acercarse a su oído lentamente.

-No saldrás corriendo esta vez, ¿o sí, Potter?-preguntó Draco mientras lamía el borde de su oreja.

-Esta vez sé muy bien en lo que me estoy metiendo, Draco-respondió Harry, remarcando el uso del nombre de pila de su compañero. El rubio pareció ronronear al oírlo.

-¿Y en qué te estás metiendo, Harry?-preguntó el Slytherin, mientras su boca bajaba hasta el lugar donde su cuello y sus hombros se unían bajo su camisa para darle un pequeño mordisco. Tanto el nombre salieron de los labios del rubio como los dientes contra su piel hicieron que un impulso se fuera directamente a la entrepierna del moreno, quien se movió contra el cuerpo Malfoy en algo que sólo habría podido ser descrito como incomodidad pero que era mucho más que eso.

-En algo que tiene todas las bases como para convertirse en la relación más importante de mi vida-respondió el moreno, apoyando su frente sobre el hombro del chico que daba besos a su cuello como si hubiera nacido para ello.

-¿Estás hablando en serio?-preguntó Draco, de pronto, girando su cara para ver el perfil de Harry.

-Sinceramente, no creo que podamos pasar de enemigos a amigos, Draco-respondió Harry, girándose también para verle-. Sin embargo creo que hay suficiente tensión entre nosotros para llegar a ser amantes-añadió mientras metía sus manos entre los pliegues de la túnica, bajo la camisa y tocaba la piel del rubio.

-Amantes…-repitió Draco, como si la palabra le fuera extraña. Harry aprovechó este momento para besar un punto bajo el oído del Slytherin donde podía sentir el palpitar de su pulso.

-Sí, amantes-confirmó Harry, mientras trazaba un camino con su lengua hasta la manzana de Adán del rubio-. Tengo la impresión que será mucho más fácil llegar a ser amigos si nos hacemos cargo de la tensión primero, ¿y qué mejor manera?

-Creo que estoy de acuerdo con eso-dijo Draco, usando una de sus manos para volver a poner el rostro de Harry al mismo nivel que el suyo-. Ahora cállate, hay cosas mejores que podrías estar haciendo con esos labios tuyos-añadió antes de besarlo nuevamente.

Esta vez se besaron con fuerza, sabiendo que no había nada entre ellos que no quisiera y que toda acción era plenamente consciente; en silencio, dejando que sólo el sonido de su respiración cortara el sigilo de la habitación y que sus palabras no fueran más que para pronunciar el nombre del otro en un momento de satisfacción.

Poco a poco las túnicas fueron cayendo al suelo y las manos se internaron entre las ropas; el deseo de sentir piel con piel más grande con cada segundo que pasaba. El sweater de Harry fue el siguiente en esparcirse en el suelo, por iniciativa propia, al tiempo que Draco ocupaba la falta de manos en su cuerpo para transformar una silla del salón en un cómodo sofá de tres cuerpos en el que se sentó a esperar a Potter. Se sentó con las piernas ligeramente abiertas, con una mano masajeando uno de sus muslos mientras la otra se encargaba de abrir uno a uno los botones de su camisa. Harry miró la imagen que el rubio sugería contra el oscuro sofá como si se tratara de un oasis. El cabello claro, la piel nívea, los labios rojos de tanto besar. Era la imagen más erótica que había visto en mucho tiempo y no sabía cómo había sido capaz de ignorar lo atractivo que podía ser el Slytherin por tanto tiempo.

Harry se acercó al sofá y apoyó su mano izquierda en el respaldo, junto al rostro del chico que le miraba con deseo; poniendo una pierna a cada lado de las de Draco y acercando su rostro hasta que sus labios nuevamente se encontraban a escasos segundos de conectarse.

-¿Qué es lo que me has hecho, Draco?-dijo Harry contra sus labios-. ¿Qué clase de encantamiento es que el que usaste para ocupar cada rincón de mi mente?

-Probablemente el mismo que usaste en mí-dijo Draco una vez que hubo desabrochado su camisa totalmente. Tomó la mano libre de Harry y la puso sobre su pecho descubierto-. Probablemente el mismo que usaste para meterte aquí.

Harry le miró con sorpresa, como si nunca hubieses esperado recibir una respuesta así… y es que nunca la había esperado. Parte de sí habría jurado que Draco no querría esto y que si llegaba a pasar algo entre ellos era sólo eso, una manera de aliviar tensiones, pero que nunca llegaría a más. Las palabras que había dicho ahora en cambio le hacían avivar la flama de la ilusión que se había apoderado de él desde el momento en que había escuchado a Remus. ¿Valía la pena esperar que algo más pasara?

-¿Y aún así te preguntas qué es lo que podrías haber hecho para ganarte mi afecto?-rió Harry, bienintencionadamente. El Slytherin, por todo lo cruel y punzante que podía llegar a ser con sus palabras, parecía tener un corazón que se aceleraba con cada palabra que el moreno decía y cada centímetro que se unía de sus cuerpos.

Harry decidió que quería saber cómo se sentía ese corazón latir mientras besaban, mientras sus pechos desnudos se unían, mientras sus cuerpos bailaban uno junto al otro. Besó a Draco nuevamente, cuidando que su mano se mantuviera siempre sobre el pecho del rubio. Se arrodilló en el sofá, con sus piernas a cada lado de las del Slytherin, y se sentó sobre sus muslos de forma que no hubiera espacio entre ellos que no se mantuviera caliente con el cuerpo del otro. De forma que su cuerpo estuviera tan cerca del otro que les fuera imposible no sentir su mutua excitación.

-Harry-exclamó Draco, entre sorprendido y ansioso, nervioso, aterrado.

-Shh, Draco-le calló Harry con un beso-. Sólo preocúpate de sentir, no creo que ninguno de los dos esté preparado para llevar las cosas demasiado lejos hoy.

-Tienes razón-dijo el rubio, con la voz entre quebrada y ansiosa-. Aunque eso no desaparecerá este problemita que tenemos entre nosotros.

Harry rió de buena gana.

-Yo creía que éramos los Gryffindors los que nos dejábamos llevar por nuestras emociones-comentó mientras movía sus caderas de forma que sus erecciones se juntaran y rozaran, mandándoles un impulso eléctrico que les hizo cerrar los ojos para sentir sin las distracciones que proveía en mundo real.

-Los Slytherins somos ambiciosos, Harry-ronroneó Draco luego, tomando el cuello del moreno con una mano y acercándole de forma que pudiera besar su cuello mientras con la otra abría su camisa-. Siempre querremos más de los que nos están dando.

Harry sintió como los dedos ágiles del chico se movían por sobre su pecho, sacando a cada botón de su ojal con una rapidez que no había demostrado en su propia camisa. En un par de segundos la prenda se encontraba atravesando el salón en dirección a donde sus túnicas habían sido descartadas minutos atrás. Pero las rápidas manos de Draco no se detuvieron ahí, para su sorpresa éstas no se demoraron más que un par de segundos en estar jugando con su cinturón y liberándolo al frío del ambiente. Harry puso su mano sobre las del Slytherin antes de que éstas llegaran a tocarlo.

-Creo que un poco más que eso y será demasiado para mí-dijo Harry, tratando de disfrutar las sensaciones que esas acciones había provocado en él y tratando de calmarse para que estas no le sobrepasaran. Se lamió los labios mientras miraba directamente los ojos del chico bajo él.

Sin pensarlo dos veces siguió el ejemplo de su compañero y no perdió tiempo en abrir sus pantalones, rescatándole de la opresión que la prenda parecía estar provocando en él. Sin seguir su propio consejo le tomó entre sus manos al tiempo que reunía sus caderas de forma que estuvieran aún más juntos. De manera que piel contra piel cobrara un nuevo sentido.

Se movieron y besaron de esa forma durante unos minutos, perdiéndose en el sabor del otro, en las sensaciones que provocaban entre sí. Se tocaron y jugaran, explorando sus cuerpos y sus límites. Los besos iban desde sus bocas a sus pechos, de sus costados a sus manos, de sus estómagos a sus hombros. Sus manos corrían libres entre sus pieles, entre sus cabellos, entre ellos, tras ellos. Tocaban, rasguñaban, apretaban, gemían, besaban y se lanzaban a la vida con cada movimiento de caderas, con cada lengua que se movía dentro de sus bocas, con cada respiración entrecortada, con cada nombre dicho entre gemidos y sus ojos se encontraron en el momento en que ambos se rendían ante el placer y se sumergían en él. Sus miradas se habían cruzado en el minuto justo en que se quitaron de todas sus ataduras y dejaron que fueran sus cuerpos los que hablaran, los que sintieran.

Harry pudo ver cómo los ojos de Draco se sorprendían de lo que estaban sintiendo, cómo se abrían al percibir lo que se venía y como se entrecerraban al saber lo bien que se sentía. La idea de ser en parte culpable de todo el placer que parecía estar sintiendo hacía que Harry imaginara un mundo de posibilidades, en las que quizás no era él mismo y podía mantener una vida normal, una vida en que estas cosas fueran cotidianas y lo más importante del día no fuese pelear con Voldemort sino ver cómo su amante sucumbía al placer. Algo había en sus ojos que hablaba de ilusión, como si estuviera pensando en la misma línea en la que pensaba Harry. La imagen de Draco tan entregado y todo lo que eso implicaba en su futuro hicieron que Harry se rindiera y se dejara ir con un gemido al tiempo que apoyaba su frente contra la del rubio.

Draco pudo ver cómo los ojos de Harry agarraban tonalidades doradas que nunca antes había visto y que sólo podía asociar con el lobo que había visto la noche pasada. La idea de que Harry estuviera tan perdido en sus sensaciones como para que el lobo estuviera tan en la superficie, la idea de que Harry había dado tanto de su control para que Draco pudiera alcanzar el nivel de placer que podía sentir, no hizo más que acrecentar el poder que sentía de la situación. El moreno estaba más vulnerable que nunca, con sus emociones y sus deseos mostrándose en cada expresión de goce que su rostro mostraba. Draco sintió entonces algo que nunca antes había sentido, con ninguna otra chica o chico con el que había estado: sintió que le importaba lo que Harry pensara de él, sintió que realmente le gustaría que eso funcionara más allá de una noche y estaría dispuesto a intentarlo. No importaba cuantas pruebas tuviera que pasar para lograrlo, pero iba a intentar llegara a tener una relación con Harry. Iba a tratar hasta lo imposible por que esta imagen, de Harry viniéndose sentado sobre él, no fuera una cosa irrepetible. Él quería que esto fuese cotidiano, quería poder algún día despertar con este chico que era capaz de confiar en él tan ciegamente, quería poder amarlo y ser amado, quería que ese momento fuera irrepetible pero no el único. Draco entrecerró sus ojos y dejó que el placer lo consumiera al mismo tiempo que Harry apoyaba su frente contra la de él.

Cuando abrieron los ojos habían pasado un par de minutos en esa posición y sus cuerpos dolían como si no los hubieran usado en años, pero se sentían perfectamente bien, como si su lugar fuese exactamente donde estaban. Harry miró a Draco con cariño y sonrió tiernamente antes de darle un pequeño beso que no era más fuerte que una mariposa posándose sobre sus labios.

-Espero que esto resulte-susurró Harry contra los labios del rubio.

-Yo también, Harry, yo también-respondió Draco, abrazando al chico y juntando sus cuerpos hasta que la cabeza del moreno descansaba sobre su hombro-. Descansemos un momento, ¿ok? No tengo muchas ganas de moverme ahora.











La noche anterior se habían despedido con un pequeño beso en los labios que había durado un poco más de lo conveniente y que, si no hubiese sido detenido a tiempo, hubiese terminado con resultados similares a los besos que habían compartido momentos antes; pero estaban cansados y debían volver a sus salas comunes. Harry decidió mostrarle a Draco cómo volver por el mismo pasadizo que habían usado para subir, de forma que evitara los pasillos y llegara más rápido a las mazmorras. Él había subido a su dormitorio caminando como entre nubes y sonriendo sin razón aparente.

Ahora de mañana se encontrarían, nuevamente, frente al Salón de Pociones; enfrentándose a una clase en la que no deberían siquiera mirarse si es que querían mantener lo que había pasado la noche anterior en el más profundo de los secretos. A la luz del día la presencia del espía era cada vez más amenazante, al menos a ojos de Harry, y hacía necesaria la confidencialidad.

Harry caminaba sin apuro por los pasillos de las mazmorras, el brazo de Hermione enredado en el suyo de forma que su mano se apoyaba sobre la del chico. El moreno comía una tostada y la chica le instaba a caminar más rápido. Cuando llegaron al salón la puerta se encontraba cerrada, indicando que ni siquiera el profesor había entrado en el aún.

-Snape ni siquiera ha llegado, Hermione. Podría haber alcanzado a terminar mi té-dijo Harry, sin verdadero enojo tras sus palabras, había pasado demasiado tiempo desde que sentía que podía hablar con la chica como si fuera una amiga de verdad y necesitaba comprobar que así era.

-Llegará en cualquier minuto y prefiero no perder puntos por una estupidez como llegar tarde-respondió esta con una sonrisa.

-Deberías hacerle caso a Granger, Potter-dijo una voz a su espalda. Harry se giró para ver la sonrisa burlona de Draco-, quizás así subirían tus notas o perderías menos puntos.

-No dudo que la mitad de Gryffindor estaría de acuerdo con eso-rió Harry, sin querer caer en el juego fácil que era contestar con una pesadez. Además, no creía realmente que el rubio lo dijera con maldad sino sólo con la idea de que su fachada siguiera en pie.

Un grupo de Slytherin y Gryffindors aparecieron casi al mismo tiempo por ambos extremos del pasillo. Las risas que parecían haberlos inundado habían se esfumado al poner un pie en el corredor. Si Snape hubiese estado ahí para ver lo que acababa de ocurrir, Harry estaba seguro, sonreiría ante tamaña estupidez.

-¿Por qué no entramos, Harry?-dijo Hermione, tirando de su brazo nuevamente. Abrió la puerta hacia el salón y entró al mismo tiempo, arrastrando al chico con ella. El resto de los alumnos siguió su ejemplo.

El sonido blando de un bulto al caer les detuvo antes que el espectáculo ante sus ojos se registrara.

En la mitad del piso, frente al escritorio del profesor, se encontraba el cuerpo desfigurado de lo que en algún momento pareció ser una alumna de Slytherin. Sus brazos estaban doblados en direcciones irregulares y su cabello rubio se encontraba teñido de sangre. Se encontraba desnuda y con suficientes cortes en el cuerpo como para que alguien asumiera que debería sangrar mucho, pero ni una gota salía ya de sus heridas.

-¡Tracey!-un grito en la parte de atrás del grupo hizo que Harry reaccionara. Hermione le tironeó la manga y le instó a mirar al pizarrón. Ahí, posiblemente escrito con la sangre de la chica, estaba la frase: “El señor Oscuro viene y está vez los matará a todos. Empezando por Potter y los que traicionaron a sus familias”

-¡Todos afuera!-gritó, mientras guiaba a los alumnos en dirección a la puerta-. ¡Alguien que llame al director! Dumbledore necesita saber esto.

-¡Yo iré!-dijo Seamus, quien se escabulló entre los alumnos a gran velocidad.

-¡No, Tracey! ¡Potter, déjame pasar!-lloraba un descompuesto Theodore Nott. Draco lo detuvo con un brazo en su hombro.

-Theo, la chica puede estar cubierta de encantamientos. Será mejor que nadie la toque hasta que vengan del ministerio-dijo el rubio, con la voz ahogada.

-¿Qué está pasando aquí? ¿Qué significa este desastre frente a mi salón?-exclamó un barítono desde fuera de la habitación. Los alumnos que aún quedaban por salir se apresuraron en escabullirse por la puerta para evitar la furia del temido profesor.

-¡Snape, hay una alumna muerta!-exclamó Harry de forma que el hombre pudiera escucharle sobre el ruido producido por los alumnos. Dado lo que estaba costando que estos salieran de la habitación, le estaba siendo muy difícil al maestro de pociones el entrar y enterarse-¡Seamus fue a buscar a Dumbledore!

-¿A qué te refieres, Potter?-preguntó el profesor, la desconfianza latente en el tono de su voz.

-Tracey Davis, profesor-respondió Hermione, quien Harry podía ver que se encontraba blanca como un fantasma-. Tracey Davis está muerta-repitió mientras conjuraba una pantalla sobre el cuerpo que impedía verlo. La salida de los alumnos fue mucho más rápida después de eso. Snape al fin pudo entrar al salón.

-Saca la pantalla, Granger-dijo éste, mientras se acercaba a la escena del crimen, varita en mano. Un par de hechizos y varias maleficios que aparentemente estaban sobre el cuerpo se deshicieron en colores que le recordaban a Harry musgo y agua podrida.

Dumbledore entró a la habitación segundos después que el último hechizo desapareciera.

-¿Qué puedes decirme, Severus?-preguntó, sin preocuparse demasiado de la presencia de Harry, Hermione y Malfoy; eran los únicos que habían permanecido en la habitación. Theo se encontraba afuera de ésta, Blaise abrazándole con fuerza.

-No fue hace mucho, Albus. Máximo doce horas-dijo el profesor.

-¿Tú crees que tiene que ver con lo que nos informó Remus?-preguntó el director. Harry sintió como Draco le tomaba la mano discretamente y la apretaba con fuerza. El Gryffindor devolvió el apretón y añadió una caricia con el pulgar sobre el dorso de su mano.

-Es lo más probable-dijo el Maestro de Pociones-. Si el culpable es quien creo que es… las posibilidades de que descubramos por quién se está haciendo pasar son muy bajas.

-Severus, contacta a Minerva, Fillius y Pomona. Los alumnos deberán volver a sus dormitorios y mantenerse ahí hasta que el Ministerio decida qué hacer con el cuerpo. Un asesinato queda fuera de nuestra competencia como profesores-dijo el director, mientras abría la puerta y los señalaba que salieran.

-Profesor-dijo Harry de pronto; todos le miraron-. Quisiera pedirle que Draco se quede en el dormitorio de Gryffindor-señaló al pizarrón con la cabeza-. Me sentiría mucho mejor sabiendo que está fuera de peligro.

-Por supuesto, Harry-dijo el director con una sonrisa y un brillo en los ojos que le puso incómodo-. Estoy seguro que el profesor Snape no tendrá problemas con ese pequeño cambio de planes.

-Muchas gracias, profesor-respondió Harry, tomando a sus dos compañeros de la mano y saliendo de la habitación antes que Snape pudiera argumentar en contra de su decisión. Una vez fuera del salón se dirigieron a paso lento hacia la Torre de Gryffindor.

-No creo que tus compañeros estén muy contentos con mi presencia en tu casa-dijo Draco, con una risa nerviosa.

-Pues se van a tener que aguantar, no te voy a dejar en Slytherin, tan fuera de mi vista, cuando alguien dejó una amenaza tan directa en tu contra-dijo el moreno, de forma decidida. Sus ojos verdes miraron a los grises de Draco y repitió su promesa-. Te dije que te iba a proteger y pretendo hacerlo.

-¿Y realmente crees que estaré mejor con alguien que también fue nombrado en el pizarrón?-preguntó el rubio, levantando una ceja en incredulidad.

-Voldemort siempre me ha querido matar, eso no es novedad. Tomando en cuenta todo lo que ha hecho Dumbledore para protegerme, no sé qué lugar puede ser más seguro que conmigo-dijo Harry con una risa triste.

Hermione les miraba sorprendida, pero con una sonrisa. Era extraño ver cómo esos dos eran capaces de llevar una conversación civilizada y aún así parecer que estuvieran peleando, incluso cuando las palabras que decían no parecían mostrar real malicia. Incluso podría apostar que había algo de cariño en ellas. Algo había pasado la noche anterior que había cambiado completamente el estado de su relación.

El resto del camino transcurrió en silencio, con la excepción de las advertencias a los estudiantes que se encontraban fuera de sus dormitorios para que volvieran a ellos. De pronto, Harry miró a Draco nuevamente y preguntó:

-¿Por qué estaba Nott tan conmocionado?

-Tracey y Theo habían estado en una relación en secreto durante años-respondió Draco, en un susurro, cosa que sólo Hermione y Harry le oyeran.

-¿Pero Tracey no era de sangre mestiza y Nott hijo de mortífagos?-preguntó Hermione, asombrada.

-El mismo Nott es de ideas muy cercanas a los mortífagos, pero de alguna manera lograron mantener la relación a pesar de eso. Todos sabíamos que no era posible que duraran, pero ellos parecían empeñados en demostrarnos lo contrario-comentó el rubio, cuidando de decirlo todo antes que la puerta de la casa de los leones se mostrara ante ellos.

-¿Están bien, chicos?-preguntó la Señora Gorda.

-Nosotros estamos bien, gracias-respondió Hermione-. Ante Bellum*

El cuadro se movió dejando ver el agujero que servía de entrada a esa habitación llena de rojos y dorados que, aunque a Draco le gustaría haber negado, resultaba muy cálida en medio de tantos problemas.

-¿Qué hace Malfoy aquí?-preguntó Ron Weasley desde un sillón frente al fuego.

-Lo trajimos para que le protegiéramos entre todos. Al parecer lo que sucedió en el Salón de Pociones era un mensaje para él-respondió Hermione, con una sonrisa hacia Draco.

McGonagall había aparecido una media hora después, diciendo que estaban buscando al resto de los alumnos y que no debían salir de la casa hasta que los aurors llegaran y dieran el visto bueno a la seguridad del castillo. De inmediato se formó un caos de jóvenes que veían cómo esto les iba a afectar el día, gente preocupada por saber quién era la víctima y otros que querían noticias de otras casas. La profesora se fue sin responder ninguna de estas preguntas. Poco a poco la Sala Común volvió a la normalidad y el trío se sentó ante el fuego, jugando cartas, mientras Draco intentaba leer uno de los libros que Hermione le había prestado. Pasaron horas en la misma actitud hasta que alguien notó lo silencioso del lugar.

-Pareciera que hubiésemos sólo viejos en la habitación-rió Seamus, quien había sacado una cerveza de manteca y la compartía con Dean.

De pronto Harry se puso de pie y contó a la gente en la habitación.

-Dios mío… ¿Dónde están los primeros años?-preguntó en voz alta.

-¿Los primeros años, Harry?-preguntó Ron, con extrañeza-. Supongo que se aburrieron de esto hace un rato y se fueron a sus habitaciones.

-Voy a ir a cerciorarme-dijo el moreno, corriendo en dirección a los dormitorios de los hombres mientras Hermione tomaba la iniciativa y se dirigía a los de las mujeres.

El dormitorio del primer año se veía como si un remolino hubiese pasado por el lugar. Había ropa tirada por todos lados, almohadas reventadas y camas quemadas por hechizos. Estaba seguro que en podía oler el aroma de la sangre en la habitación. Recorrió entre las camas hasta que se encontró con la fuente del fuerte olor. En el piso, debajo de la varita de un alumno, había un charco de sangre. Era demasiada como para que hubiese sido un accidente, sólo podía provenir de un hechizo cortante.

La escena se repetía en el dormitorio del segundo y tercer año.

Entró de nuevo a la Sala Común casi al mismo tiempo que una Hermione devastada hacía lo mismo. Bastó que se miraran para darse cuenta de lo que había pasado.

-Los primeros años han sido secuestrados-dijo Harry, al tiempo que un peso se instalaba en su estómago. Los ojos de Draco se clavaron en los suyos y Harry sintió ganas de llorar. Cómo se suponía que iba a ser capaz de proteger a su Slytherin si al parecer los mortífagos habían sido capaces de raptar a treinta alumnos a menos de 50 metros de él.


*Ante Bellum = Antes de la guerra

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